Uno de los episodios más conocidos e influyentes de su vida fue su muerte. El filósofo griego se mostró
contrario a la religión establecida por Atenas
pues afirmaba que no había un dios que consintiese ningún tipo de idea o
existencia. Defendía que había una voz interior mística que era la que
le guiaba, en lugar de algo divino.
Fue juzgado y condenado a muerte mediante la toma de cicuta por
“impiedad pública respecto a los dioses y corrupción de la juventud”. El
acató la ley y murió, pese a que tuvo la opción de escaparse.
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